Adiós a Constantino Mediavilla, un legado de amistad y afecto al ser humano
Conocí a Constantino cuando ambos estábamos llenos de sueños y ambiciones. Recuerdo que hace 20 años, yo iba contactando con distintos medios de comunicación para ver si nos daban cobertura y podíamos contar, todas las hazañas, problemas y reivindicaciones que vivíamos las personas con discapacidad por entonces.
Era necesario para visibilizar a las personas con discapacidad. La verdad que fue difícil hasta que, una puerta, la de Constantino Mediavilla, se abrió con una pequeña colaboración en el canal de televisión, creo recordar 7 TV, donde pude participar explicando todos nuestros avatares y vicisitudes. Más tarde hablamos de hacer artículos de opinión que él publicó, no recuerdo en cuál medio en estos momentos, pero que me ilusionó mucho porque nadie, sino él, se preocupaba de lo nuestro.
Constantino no solo era mi amigo, sino también un periodista excepcional, pero, si algo definía a Constantino, era su inquebrantable compromiso social, especialmente con las personas con discapacidad. Para mí, era un hombre importante, de mucho nivel, como diría cualquiera y coger el teléfono a alguien tan insignificante como yo, humildemente, emocionaba.
Poco a poco, dio importancia a nuestro sector que era muy invisible y gracias a su escaparate, la sociedad empezó a ver y a saber de nuestra existencia. Siempre estaba dispuesto a darnos cobertura para alzar nuestra voz cuando, hace más de 20 años, a pocos o a casi nadie le importaba los temas sociales. Daba voz a quienes nadie escuchaba. Las noticias de lo social, muchos otros decían, no venden. Recuerdo que, en 2007, FAMMA ya otorgó un premio a los dos periódicos que dirigía Constan, Madridiario y Ociocritico, por fomentar la accesibilidad en sus páginas web cuando nadie lo hacía.
Constantino era otra cosa porque contagiada sus sentimientos hacia los demás, de ahí el legado que ha quedado en todo el maravilloso equipo de Madridiario que siempre nos han tratado y nos trata, con gran humanidad, empatía y profesionalidad. Constantino atendía nuestros problemas y principales reivindicaciones con una sensibilidad que pocos poseían. Me acuerdo mucho de él y de Curro Castillo también, quien, en Onda Madrid, nos posibilitó que pusiéramos en marcha el primer programa radiofónico que trataba sobre un “Observatorio de la Discapacidad”. Fuimos pioneros con ellos dos. Todos los jueves hablamos de temas que han ido calando en la sociedad y que han hecho que, la visión de las personas con discapacidad haya cambiado de manera significativa y a favor de ellas.
Constantino era un amigo enorme, en todos los sentidos, un mentor generoso y un ser humano extraordinario y excepcional. Pueden parecer palabras que acompañan a la situación de su desaparición, pero no, lo decía, lo digo y lo diré siempre. Extraordinario y excepcional.
De las últimas veces que pudimos conversar, le pregunté qué tal estaba y me dijo que, muy bien, que él no se quería morir y por ello estaba cabezón con el “cabrón” del cáncer como me decía al oído, que disfrutaba de la vida, de todo lo que tenía a su alrededor y que le iba a fastidiar (al cáncer) todo lo que pudiera, vaya, que se lo iba a poner muy difícil para que no se lo llevara. Yo le dije, jamás Constan, la gente buena es eterna y no se va nunca. La noticia de su partida nos ha dejado un vacío inmenso. Nos queda el consuelo de haber compartido su camino, de haber aprendido de su ejemplo y de llevar con nosotros el recuerdo de su risa, su sabiduría y su amistad incondicional.
La última vez que le puede ver fue en sus premios, hace unos días. Fue su último regalo y premio a los demás. Te echaremos, te echaré mucho de menos. Abrazo eterno amigo.